Sólo tenía 28 años cuando, a raíz de unas molestias en la pierna izquierda, empecé a hacerme pruebas, confusas al principio pero contundentes al final. Me diagnosticaron de un sarcoma sinovial en grado alto de malignidad, cáncer de partes blandas. Los médicos me indicaron cuál era la estadística de supervivencia de mi tumor, lo rápido que crecía en personas jóvenes y la posibilidad de que creara metástasis en los pulmones.

Tras este pronóstico entré en shock y se me vino el mundo al suelo. Actué por inercia, explicarlo a la familia, amigos, cancelar lo que iba a ser mi boda y someterme a otras tantas pruebas para que en menos de 15 días se llevara a cabo la cirugía radical del tumor. Me hicieron firmar un papel conforme podían amputar el miembro si surgían complicaciones y me comunicaron que tenía el 80% de posibilidades de quedar coja, aunque el 20% de casos positivos se habían dado en niños y que no sería mi caso.

Poco a poco, empecé a reaccionar y reflexioné por un momento: ¿para qué sirven las estadísticas?, ¿ha dicho coja?, creo que ha dicho que existe un 20% de posibilidades de que no sea así…, yo soy del 20% y lo voy a demostrar!

Tras la operación tuve que aprender a caminar, de la silla de ruedas a las muletas, pero convencida de que lo iba a conseguir. Trataba de no hacer caso a las sensaciones extrañas y acepté que mi cuerpo se estaba adaptando a la nueva situación.
A los 2 meses, cuando estaba a punto de empezar radioterapia, mi prima de Cartagena me llamó y me comentó que había oído hablar de Canvi: “Entra en su web y a ver qué te parece”, me dijo. Lo que yo no me podía imaginar es que, después de haber hablado con mucha gente, médicos, buscar por internet… había una ONG con unos principios iguales a los míos. En Canvi me escucharon y me hablaron de la importancia de la alimentación, la visualización, terapias energéticas. Me animaron a seguir por el camino de la positividad.

Me plantee la radioterapia como si fuera mi trabajo durante 33 días, al que vas con buena cara, alegría y haces todo lo mejor que sabes a cambio de salud. Cuando la radiación entraba en mi pierna, visualizaba que era un chorro de agua curativa a presión que iba limpiando toda mi pierna por dentro y se eliminaban los residuos por el pie. Seguía inmovilizada, pero como había descubierto la herramienta de la visualización, empecé a imaginar que iba en bicicleta y que podía correr. Y la misma actitud tuve en el intenso proceso de rehabilitación.

Fue duro en muchos aspectos, pero Canvi con sus conferencias de muchos profesionales, su gente de una calidad extraordinaria y sus experiencias, me ayudaron a ACEPTARME a mí misma, tal y como soy. Tras mi proceso, he llegado a la conclusión de que la información es lo que más nos falta y es muy importante para poder elegir el camino de sanación que más convenga a cada uno, ya que todos somos diferentes.

No he quedado coja, dicen que soy un caso excepcional, pero cada vez conozco a más gente que también son casos excepcionales que han superado el cáncer. Yo creo que cada uno tiene su proceso de evolución en la vida, en la que siempre hay algo que aprender y trabajar para avanzar, sin dudar, al fin y al cabo, lo más importante es tener calidad de vida y sentirte en paz contigo mismo. La actitud debería ser: QUIERO, PUEDO Y LO VOY A CONSEGUIR. Para mi, el cáncer ha sido un gran maestro.

Doy las gracias a mi familia y amigos por el amor recibido, a Canvi por compartir todo conmigo y a ti por leer mi experiencia. Sólo con que le pueda ayudar a alguien, ya habrá servido de mucho.

Conferencia Canvi: Mi historia, por Ainhoa García